Mientras siguen saliendo hombres heridos y caballos envueltos en miseria por
acción del toro, y los mismos astados con su morrillo destruido por
efectos de decenas de garrochas y banderillas que le clavan en la
corraleja, que por estos días se realiza en esta ciudad, la polémica por
la llamada fiesta brava cada vez tiene más contradictores.
No es imposible acabar con la tradición de festejar alrededor de la
muerte como sucede en las corralejas, donde el hombre es herido o muerto
por los toros, al igual que los caballos, o es el toro que “brama de
dolor cuando un grupo de hombres simultáneamente le clava garrochas y
banderillas en su nuca”.
Támara Gómez, quien lleva varios años investigando sobre las corralejas y
sus orígenes, cree que desde el punto de vista económico los únicos
ganadores son las empresas que venden licores y dos o tres
organizadores, “creo que durante siete días de corraleja se venden
aproximadamente 10 mil millones de pesos en licor, eso no es positivo
para una sociedad ni aporta al desarrollo”.
"La corraleja no es más que un lastre histórico, cultural y social,
propio de sociedades atrasadas y sojuzgadas por la superstición, la
cultura política, el pensamiento agrario y un incipiente desarrollo
capitalista”.
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