Abeja africana, origen

Las abejas africanas pueden atacar a los seres humanos y a los animales si sienten que ellos son una amenaza para sus colmenas. También son capaces de perseguir a sus depredadores a través de  grandes distancias. Debido a este tipo de comportamiento, estas abejas son conocidas en los medios de comunicación y en las publicaciones populares como abejas asesinas.
En 1957, un grupo de científicos de Brasil importó un grupo de reinas de abejas de la región sureña de África con el propósito de criar una población de abejas que pudiera adaptarse con facilidad en climas tropicales.  Cuando algunas de estas abejas escaparon y se aparearon con abejas locales brasileñas, sus crías conformaron una subespecie conocida actualmente como Abeja Africana. Y aunque fueron adaptadas para sobrevivir en zonas tropicales, su población se extendió con rapidez a toda Sur América durante la década de los ‘80. La propagación de la abeja africana fue facilitada por la escases de depredadores y competidores.
En un año, la población de abejas africanas se extendió por más de 500 kilómetros. A fines de los años 1980, estas abejas podían ser encontradas en América Central y México y a principios de los ‘90 la abeja africana llegó a los Estados Unidos. Inicialmente se estableció en Texas, pero sus enjambres empezaron a expandirse por Arizona y California. Hoy en día, las abejas africanas habitan varias regiones subtropicales, como la región sureña de los Estados Unidos y el norte de Argentina.
 

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