Sin embargo, ni adolescentes ni universitarios son
conscientes de las consecuencias negativas derivadas del consumo de
alcohol, ni siquiera de la posibilidad de desarrollar un proceso
adictivo. A esto hay que añadir que los jóvenes empiezan cada vez antes
el consumo, en mayor cantidad y con bebidas de más graduación.
Este sería el perfil del nuevo adicto al alcohol. «Porque
el consumo excesivo y el botellón tienen una consecuencia de salud que
no estamos viendo ya que sólo nos centramos en el tema social». Quien
así habla es la profesora de Psicología Básica de la Universitat de
València, María Teresa Cortés, considerada una de las mayores expertas
en botellón y adicciones de la Comunitat. Cuenta, además, con varios
estudios sobre esta problemática financiados por el Plan Nacional de
Drogas.
«Ya se está viendo a gente de veinte y pocos años en las
unidades de conductas adictivas», aseguró. Aquellos que se iniciaron en
el alcohol hace unos años, con el botellón de fin de semana, ahora
tienen un problema de adicción. Según la profesora Cortés, hay unos
condicionantes para llegar a un abuso o una dependencia. Son la edad de
inicio y el patrón de consumo y tanto los jóvenes de ahora como los
adolescentes de antes los cumplen.
«Se juntan todos los factores de riesgo posibles: la edad,
cada vez más temprana; la manera, pues lo hacen más de dos veces al mes;
duplican las cantidades de consumo; beben sin comida de por medio y en
horas del día en que la metabolización es peor... Así que a nivel de
tratamiento también llegan antes a las consultas», detalló. El 69% de los estudiantes de entre 14 y 18 años reconocen la práctica
del botellón, mientras que son el 82% de los universitarios de entre 19 y
15 años. Ambos grupos asocian el concepto botellón a beber y la primera
copa se toma a los 13 años.
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